Acabado el viaje por San Diego, tomé la decisión de cruzar la frontera con México. Tuve la suerte de encontrarme con un viejo amigo con el que habÃa vivido algunos viajes. El y su mujer fueron mis guÃas en el cruce a Tijuana.
La frontera mexicana está a sólo 25 km del centro de San Diego y cruzar al otro lado en coche se hace rápidamente, simplemente rellenando los formularios de entrada al paÃs, si eres español.
Cruzamos y nos fuimos directamente a la playa de Tijuana. El choque cultural de cruzar la frontera es enorme. En el lado estadounidense, están las hermosas alamedas arregladas en las amplias avenidas, y en el lado mexicano el caos urbano de Tijuana muestra unas calles sucias y llenas de baches muestra claramente que estamos en otro paÃs.
En la playa de Tijuana nos sentamos en un bar al lado del mar y con una cerveza frÃa y nachos. En el bar una gramola sonando vieja música tradicional mexicana, podÃamos ver algunos americanos alternativos que todavÃa se aventuran a cruzar la frontera, a pesar del peligro.. Con el pánico de la escalada de violencia y el narcotráfico muchos estadounidenses no se atreven a cruzan la frontera. Seguimos hacia el sur a la ciudad de Ensenada, donde mi amigo me llevó a comer el mejor ceviche de la región de Baja California. En Ensenada nos sentamos en una cantina mexicana de 1860 donde probamos unun Clamato - extraño cóctel a base de cerveza, jugo de tomate, el caldo de almejas Clamato que le da el nombre y mucha pimienta. En la cantina, buenos "Mariachis" tocabana para el deleite de la gente local.
Después de la visita, era el momento de cruzar la frontera de nuevo. La cola común para los coches, incluso a las once de la noche era casi dos horas. Mi amigo y guÃa tenÃa un pase de residente de San Diego, asà que pudimos pasar por el carril rápido.
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