La capital europea más parecida culturalmente a Brasil
es también uno de los destinos más populares de Europa. Lisboa es una
gran puerta de entrada a Europa y merece un paseo de por lo menos cuatro
días. En mi segunda visita a la ciudad me asombró cómo ha cambiado en los
últimos 10 años. Lo que antes era un tranquilo pueblo con su antigua
herencia histórica como atracción principal, se convirtió en una ciudad joven
con una de las noches más concurridas de Europa. La imagen más grande de
este cambio se puede experimentar en la noche en el Bairro Alto. Las laderas del barrio están llenas de pequeños
bares a reventar todas las noches.
Turistas y locales se apiñan en los locales para tomar caipirinhas y mojitos. En muchos bares se escucha música en vivo con el contraste de la tradicional melancolía portuguesa del Fado y la alegría de los ritmos cantados tropicales con detalles que vienen del otro lado del Océano. El barrio alto cuenta con una interesante mezcla de edificios nuevos y reformados en contraste con mansiones decadentes y destartaladas que piden a gritos una restauración. Las mesas y terrazas en la acera compiten con los coches, vendedores ambulantes y gente de todos los estilos.
Turistas y locales se apiñan en los locales para tomar caipirinhas y mojitos. En muchos bares se escucha música en vivo con el contraste de la tradicional melancolía portuguesa del Fado y la alegría de los ritmos cantados tropicales con detalles que vienen del otro lado del Océano. El barrio alto cuenta con una interesante mezcla de edificios nuevos y reformados en contraste con mansiones decadentes y destartaladas que piden a gritos una restauración. Las mesas y terrazas en la acera compiten con los coches, vendedores ambulantes y gente de todos los estilos.
Durante las primeras horas de la mañana
es recomendable echar un vistazo a la playa urbana que además de una
enorme pista frecuentada tiene un salón al aire libre en una playa artificial
en el río Tajo, con una hermosa vista del famoso puente de Vasco de Gama.
Durante el día merece la pena explorar
con calma el barrio de Alfama y sus pistas que conducen al Castelo de São
Jorge, símbolo de la ciudad. En la subida hasta el castillo hay hermosas
iglesias y ruinas romanas. La mayoría de los turistas suben en tranvías o
hacen el corto camino a pie. Saliendo
del Castillo, al descender desde la izquierda a la Mirante de Alfama, se puede
disfrutar de una vista maravillosa de la zona y es un buen lugar para tomar un
café o una cerveza fría. A partir de ahí es recomendable bajar por las
escaleras hasta la parte baja del barrio, donde la vida sigue ajena al
turismo. Aquí los vecinos comparten chismes en la ventana mientras los
niños juegan pelota en las plazas históricas y los señores toman oporto en
pequeñas tabernas y se quejan del Benfica. Disfruta de la excele nte cocina
local, cuyo sabor va mucho más allá del bacalao.
Asegúrate de guardar unos días para
explorar los alrededores de Lisboa. Con fácil acceso por tren llega a las
localidades de Estoril y Cascais(siguiente post), muy frecuentados en
verano. Si vas en coche, ve a la playa de Winches y prueba el maravilloso arroz con mariscos y langosta en el restaurante Mar de Winches. Hacia el interior es digno de visitar Obidos, una de las ciudades
medievales mejor conservadas de Portugal, Sintra y sus hermosos palacios pertenencientes
a los tiempos gloriosos de la monarquía
portuguesa. Con un coche y tiempo son varias excursiones disponibles desde
Lisboa. El único riesgo es que si estás encantado por el país o tienes la
determinación de seguir el camino de Galicia.
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